viernes, 3 de junio de 2016

¿De dónde salió ‘El abrazo del pato’?































El domingo primero de septiembre la periodista de este diario María de León Pérez llamó a su amiga a redacción y le dijo: ‘Óyeme, Oma, dile a Germán Mendoza (director) que hoy no puedo ir a trabajar. Desde anoche estoy con una ‘maluquera’ tremenda, es una gripe fuerte. Fui al Seguro Social y me incapacitaron… ¡ah!, y avisa que es como una epedidemia porque hay mucha gente ‘tumbada’ con esa vaina.

Fue la primera noticia que tuvimos en El Universal sobre lo que hoy todo el ´país conoce como ‘el abrazo del pato’, nombre con el que este diario bautizó la epidemia y que hizo carrera hasta el punto que el Ministerio de Salud lo utiliza para identificarla.En realidad, la autora del nombre popular del virus es una enfermera de la clínica Henrique de la Vega del ISS, que, sin pensar que su idea propagaría en todos los rincones de Colombia, la lanzó a los periodistas que aquella vez fuimos a investigar la epidemia.

Ese domingo no había muchas noticias. La Selección Colombia se enfrentaba a la de Chile en Barranquilla y la ciudad estaba literalmente desolada. Tofo giraba en torno al encuentro futbolero.
Con la periodista Ximena Fernández nos fuimos a ver que estaba pasando con la enfermedad. Antes de salir el director del periódico Germán Mendoza informándonos sobre nuestro trabajo nos dijo: ‘Sí, hagan investigación porque mis hijos también están mal’.

En mitad de camino hacia el ISS nos acordamos que el veterano periodista oriundo de Calamar -pero que hizo su carrera en Barranquilla – Marcos Pérez por largos años quien bautizó las epidemias gripales en esa ciudad vecina.

‘Tenemos que ponerle nombre a esta gripe’, dijimos y empezamos a ensayar: ‘¿Qué tal el abrazo del Samper; o el abrazo de Perafán; o el abrazo de Shakira?’En realidad ningunos de estos ‘abrazos’ nos ‘cuadró’. Los despechamos.’Después veremos, primero investiguemos que está pasando’, dijimos. Cuando llegamos – eran las 4 de la tarde aproximadamente –  a la Clínica del Seguro nos encontramos con un panorama conmovedor.

La emergencia era hervidero de niños en brazos de sus madres, viejos y jóvenes esperando a que los atendieran. Todos sentían los mismo: vmitos, fiebre, dolor de huesos, ‘apretazón’, tos…
Le preguntamos al portero que está pasando y nos respondió: ‘Desde el sábado en la noche está llegando gente con estos síntomas: es una epidemia. Si quiere les cuento los que ha sido registrado con esta enfermedad’. Terminaron siendo mil personas.

Pero la impresión más fuerte no las dio la sala de la clínica. Todas las camas estaban atestadas. Y no solo las camas de las salas, sino que habían colchones y sabanas en el piso con gente enferma. Parecía un hospital de guerra y la gente seguía llegando. ‘Mierda esto es grave’, me dijo Ximena al oído.

Empezamos a hablar con el medico de turno de apellido Alemán y nos dijo: ‘Se trata de una epidemia viral, se conoce con el nombre de influenza. Hay que tener cuidado porque puede complicarse y producir severas lesiones pulmonares. El medico tuvo que salir atender a un enfermo complicado y nos dejó solo con una de las enfermeras de turno cuyo nombre no obtuvimos.

Interesados en bautizar la epidemia –tal como lo hacía Marco Pérez – le lanzamos la pregunta a la enfermera, como quién no quiere la cosa y la cosa queriendo: ‘¿Carajo, y a esta gripe cómo le irán a decir’? La enfermera, una mujer gruesa y de tez morena, sin levantar la vista de una planilla que estaba llenando nos respondió con desparpajo: ‘Será el ‘Abrazo’ del pato, porque ese es el disco de moda.

Se nos iluminó la mente: ¡Ese es el nombre! No le busquemos más, nos dijimos y lo apunté en mi libreta. En realidad no había nombre más ajustado para una epidemia. Era el disco que había puesto a bailar a toda Cartagena, sobre todo en los sectores populares. A los niños le encantaban y a los viejos les llamaba la atención. Era muy criollo. Por cierto, con este disco la champeta había salido del plano netamente vulgar (doble sentido) en que se estaba metiendo y había alcanzado los primeros lugares de sintonía sin necesidad de explotar el morbo.

En fin… así fue que nació el nombre popular de la fuerte virosis que hoy ataca a una vasta región del país y que fue en Cartagena donde primero se tuvo noticia de ella.
El lunes dos de septiembre este diario publicó en primera página la noticia, pero el editor no se arriesgó a titularla por el lado del abrazo del pato, porque realmente no sabía que impacto habría de tener, o si era una enfermedad pasajera.

En las páginas interiores, donde se daba despliegue a la noticia con fotos del drama en el Seguro, sí la llamamos ‘El abrazo del pato’. Y así se quedó. Y ahora que el nombre hizo carrera es más fácil  para los editores de otros diarios titularla con el nombre que la enfermera del Seguro le dio casi que por descuido.

Los corresponsales  en Cartagena de telenoticieros nacionales retomaron el nombre, ofrecieron la nota y a los periodistas ‘cachacos’ les llamó la atención. Les atraía el nombre. Las notas fueron acompañadas del ritmo champeta, cantada por ‘el Bárbaro’, nombre artístico de Álvaro Zapata.

‘Alá, mi rey, ¿te has enterado que a los costeños les está dando una enfermedad que los pone a bailar como un pato’? nos contaron que les comentó un bogotano despistado de saco y corbatín a un amigo suyo. En realidad, en el interior no tenían ni idea de lo que era ‘El vacile del pato’, como se llama originalmente el Pato. Ni mucho menos de la epidemia. La virosis fue regándose por otros departamentos de la Costa y en ciudades como Sincelejo y Barranquilla hizo estragos. Desafortunadamente cobró víctimas.  Meses más tarde la epidemia atacó a los bogotanos, después a los paisas y así.

Tal como se ha propagado la enfermedad, el disco de ‘el Bárbaro’ le ha dado la vuelta al país y ya no solamente la oyen y la bailan en las esquinas calientes de Olaya Herrera, sino que también empieza a ensayarse en patios fríos y lúgubres de Bogotá. Los periodistas del interior llamaban a preguntar por la canción: ‘oiga, hermano, ¿y esa canción champeta de El Pato, cómo es esa vaina? Y se fueron familiarizando  y el nombre se regó hasta el punto que todos los diarios del país identifican la enfermedad con el nombre que El Universal le dio, y la propia Ministra de Salud ayer en una entrevista televisada se refirió a la epidemia con el nombre de ‘el abrazo del pato'.

Anécdota
‘Profe, es que comemos mucho pato’

Y es que el nombre de ‘el abrazo del pato’ ha dado para todo. En la Universidad de San Buenavebtura, a mediados de septiembre, un profesor de la materia de Comunicación en el primer semestre de Administración de Negocios, que conocía el verdadero origen del nombre de la epidemia quedó sorprendido.
Un estudiante suyo, Carlos Ruíz Reales, uno de los más aventajados de su clase, llevó para su tarea de oratoria el tema del ‘abrazo del pato’.
El estudiante, con la solemnidad que lo caracteriza, tenía ‘boquiabiertos’ a sus compañeros de clase por la tesis que esgrimía. Según su exposición, se había dado a la tarea de averiguar cuáles eran los orígenes de la enfermedad y su relación con el nombre popular con que se le conocía en Cartagena.  
El estudiante Ruíz Reales, con datos aparentemente científicos, consutados con médicos especializados, dijo que la epidemia se debía a que los cartageneros por aquellos días estaban consumiendo muchas aves y, especialmente patos, y que estos animales eran víctimas de un virus que al ser consumido por el ser humano se desarrollaba en el cuerpo y producía tales malestares.
Por eso – según la investigación del estudiante- se le había llamado ‘el abrazo del pato’. El profesor –amigo de los periodistas que hicieron la nota en este diario- estaba’cuajado’ d ela risa por dentro, pero dejó que su alumno terminara porque lo estaba haciendo bien, aunque la tesis sobre el origen del nombre de ‘pato’ no fuere del todo exacta.

Después el profesor felicitó a su alumno, pero le dijo a él y a toda la clase cómo en realidad había surgido el nombre. El joven quedó de una sola pieza y sus compañeros aprovecharon para hacerle unas cuantas bromas. Un mes después  la noticia del ‘abrazo del pato’ ya no es tema sólo de los estudiantes de oratoria, sino que las mismas agencias internacionales de noticias han despachado a sus abonados en el mundo los estragos que está cobrando esta enfermedad y dicen que en Colombia la enfermedad fue bautizada en la Costa Caribe – donde primero atacó – con el nombre de ‘el abrazo del pato’, tal como lo hizo Reuter.

[Esta nota fue escrita por el periodista Vicente Arcieri y fue publicada en el periódico El Universal el domingo 20 de octubre de 1996.]

Trabajo de recopilación e información de champeta hecha por Aroldo Mondol Quintana para la página Champeta de los 90.

Correo: champetadelos90@gmail.com




jueves, 2 de junio de 2016

‘El vacile del Gago’


‘Melchor Pérez o Melchor ‘el Cruel’ es otro de los exitosos cantantes de la Terapia Criolla que vende discos a granel’



Cuando a Melchor Pérez lo llamaron para que le diera el toque final a ‘Fiesta de Champeta’, el ultimo LP combinado de la empresa Rocha Discos, no dudó un momento en aceptar la solicitud.
Se trataba de hacer lo que en el lenguaje de las grabaciones se llama un ‘relleno’, algo así como el último tema para el trabajo no quede cojo, aunque las canciones principales sería otras llamadas ‘banderas’.
Melchor recibió la letra sin preguntar de quién era, duró dos horas practicándolas, entró al estudio de grabación y en menos de lo que canta un gallo la melodía vibraba sola, la letra se volvió jocosa y sabrosa, hasta que terminó opacando las de Elio Boom y El Blacky, los cantantes que supuestamente iban a ser el batazo de este fin de año.

El de Melchor era otro vacile, parecido a los que se están poniendo de moda con la Terapia Criolla, aunque con el toque palenquero que a él le corre por la sangre.
Se llama ‘El Vacile del Gago’ y, en lo que va corrido de su aparición, ha traspasado las veinte mil copias vendidas. Está compitiendo en novedad con ‘El Liso en Olaya’, y espera igualar la popularidad de ‘El Vacile del Pato’, pero Melchor no aparece en la caratula del disco por aquello del relleno.
Él, aunque parece un tipo descomplicado, estrafalario en el mejor sentido de la palabra empieza a preocuparle el que la gente compre el disco y nadie sepa quién lo canta. Pero no solo eso. Sucede que es la primera vez que pega con esa fuerza, aunque ha grabado varias veces como vocalista líder, pero más como corista de segunda voz de Anne Swing, el grupo de Viviano Torres, donde Melchor ha conseguido una escuela de canto y oído, instrumentos naturales que se le sienten en su vacile de tartamudo.

Melchor, ‘el Cruel’
Le dicen ‘el Cruel’, pero el mismo no explica el por qué. Se las pica de compositor y en eso le ha ido tan mal, pues las suyas fueron algunas de las canciones que empezaron hacer ruido cuando la Terapia Criolla comenzó a tomar la estatura amenazante que ahora tiene.
Melchor habla de ‘Las Tortugas Ninjas’, La Rumba en Nariño’, ‘El Gallo Criollo’, ‘El Chino’ y ‘Los Tres Poderes’, como canciones que le grabaron, grabó o piensa grabar. Pero su desarrollo musical lo ha conseguido siempre al lado de Viviano.

Con él empezó hace diez años en la música y por él está aprendiendo el piano, el manejo de voces y otra scantidades de secretos que él no sabe cómo explicar con palabras. Pero a pesar de que el mismo Viviano lo empujaba a que grabara como solista, ‘el Cruel’ nunca se atrevió por su miedo a la poca preparación.

En su mente se encuentra la idea de formar una banda con guitarra y buena percusión, a la que ya tiene bautizada como ‘Kuwait’, un homenaje a la ‘guerra champetera’ que estalla en las emisoras actualmente. En el Grupo Kuwait lo acompañará Louis Tower, el intérprete de ‘El Liso en Olaya’, y otra cosecha de músicos que aguardan tras las cortinas, para también asestar un golpe discográfico como el de ‘La Turbina’ y ‘El Vacile del Pato’, hasta el momento las dos canciones más millonarias en la historia de la Terapia Criolla.

Se abre sesión y Melchor aparece en todas partes a la vez: en los pasacintas de los buses, en los estaderos, en las tabernas, en las fiestas familiares, pero siempre agitando como una metralleta: ‘ta, ta, ta, ta, ta, ta, ta, ta, buena, mami´’.

Su cara tristona no muestra al cantante zaragatero que canta ese vacile, ni logra que  uno se imagine a Melchor bailando en una tarima, frente a una banda gigante, tal como lo hizo en el estudio de grabaciones cuando le llevaron la canción de Adelaida Marimón. ‘Lo que pasa, muchacho- dice él con sus palabras sin prisa-es que la música va por dentro’.

[Esta nota fue escrita por el periodista Ruben Darío Álvarez y publicada en el periódico El Universal el día martes 26 de noviembre de 1996.]

Trabajo de recopilación e información de champeta hecha por Aroldo Mondol Quintana y la pagina Champeta de los 90.

Correo: champetadelos90@gmail.com